La Zarza de Pumareda (Salamanca)
En el Noroeste salmantino, en una economía de subsistencia, se ha utilizado hasta hace poco el trueque.
En los Libros de Difuntos leemos que, cuando no había dinero para abonar al Sacerdote los oficios fúnebres y las misas, se los pagaban con vino, trigo, cera (velas), una gallina o incluso con un corral. Los parroquianos siempre se las apañaban para quedar bien con el clero, por si acaso. Lo mismo sucedía con respecto al Médico rural, si curaba sería compensado, no con dinero sino en especie.
En época de recogida de cosechas el trueque se hacía con productos alimenticios, quien tenía una buena cosecha de sandías, repartía las que no podía consumir y a cambio recibía miel, altramuces (esas legumbres especiales, mal llamadas entremozos), fríjoles o vainas (también con denominación incorrecta de frejones)...
Los tejedores de mantas, cambiaban éstas por cereales, quien hacía un trabajito de albañilería, o ayudaba a "hacer paredes" también.
Cuando había alguien enfermo en cualquiera de los pueblos, los paisanos y vecinos le obsequiaban con diversos productos alimenticios, para que sanara. En tiempos difíciles producidos por sequías, epidemias, granizos fuertes o catástrofes naturales, la solidaridad era mayor.
En los Libros de Difuntos leemos que, cuando no había dinero para abonar al Sacerdote los oficios fúnebres y las misas, se los pagaban con vino, trigo, cera (velas), una gallina o incluso con un corral. Los parroquianos siempre se las apañaban para quedar bien con el clero, por si acaso. Lo mismo sucedía con respecto al Médico rural, si curaba sería compensado, no con dinero sino en especie.
En época de recogida de cosechas el trueque se hacía con productos alimenticios, quien tenía una buena cosecha de sandías, repartía las que no podía consumir y a cambio recibía miel, altramuces (esas legumbres especiales, mal llamadas entremozos), fríjoles o vainas (también con denominación incorrecta de frejones)...
Los tejedores de mantas, cambiaban éstas por cereales, quien hacía un trabajito de albañilería, o ayudaba a "hacer paredes" también.
Cuando había alguien enfermo en cualquiera de los pueblos, los paisanos y vecinos le obsequiaban con diversos productos alimenticios, para que sanara. En tiempos difíciles producidos por sequías, epidemias, granizos fuertes o catástrofes naturales, la solidaridad era mayor.
Etiquetas: Libros Parroquiales, Salamanca
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