San Muñoz (Salamanca)
Copia de la exposición que hicieron a S.M. el Consejo Pleno y Cura Párroco de esta Villa de San Muñoz, de los horrendos atentados cometidos por las Tropas Francesas, vejaciones que sufrió y sacrificios que hizo durante seis años, por mantener su constante adhesión al Rey, a la Nación y a la Religión.
¿Quién podrá numerar las vejaciones, saqueos espantosos, contribuciones sin medida, que ha padecido esta vuestra leal y amante villa?
¿Cómo descubrir la profanación de su Templo convertido muchas veces por los impíos soldados de Bonaparte en quadra de caballos, quemadas las santas imágenes, los Altares, arrebatados los sagrados vasos, y hornamentos, y lo que no puede pronunciarse sin espanto, hollado sacrílegamente la Sagrada Eucaristía?
En 1809 por Orden del General Marqués de la Romana se fabricó en la Villa un gran número de relanzas, chuzos, con los que los vecinos acometieron a los Enemigos, en cuya refriega hizo prisionero a un Dragón y fue presentado en la Plaza de Ciudad Rodrigo, y animados estos fieles vasallos del suceso, continuaron en sus correrías, hasta que fueron sorprendidos de las fuerzas superiores que mandaban el General Lopis, cuya División que ascendía a 6.000 hombres robó cuanto encontró en la Villa.
En el mismo año otra División francesa al mando del General Mochile saqueó los almacenes que habían hecho en esta Villa por orden del Duque del Parque, robando enseguida en todas las casas y dando muerte a Domingo Crespo de esta vecindad, sin más delito que salir huyendo de una casa, por no ser testigo de los horrendos crímenes y atentados violentos que estaban cometiendo cuatro soldados franceses, con una pobre y honrada viuda de la que abusaron torpemente como hicieron con otras muchas de todos estados y condiciones.
En todos los años siguientes han estado incesantemente oprimidos estos habitantes con guarniciones permanentes y con el continuo tránsito de Tropas Enemigas, las que igualmente con sus jefes han cometido con los Alcaldes, con los Párrocos, y con todos los vecinos, violencias que no son imaginables, azotando en algunas ocasiones a los que llevaban la vara de la Justicia, porque no satisfacían prontamente sus tiránicas órdenes, o porque los sospechaban en comunicación secreta con los Jefes de nuestras tropas, por cuyas sospechas, y por satisfacer el odio que tenían a todos los habitantes de este Pueblo, han atropellado cruelmente todos los respetos, de la humanidad y del decoro, pero sin exageración, el día más aciago para estos habitantes lo fue, sin duda, el 17 de Noviembre de 1812, en que habiendo resuelto el Lord Wellington, General en Jefe de los Exércitos Aliados, sostener en este punto la retirada que venía haciendo desde Burgos, cayeron aquel día sobre este desgraciado suelo más de 130.000 Infantes con más de 20.000 caballos que arrasaron toda la Campaña, devoraron los ganados, arruinaron y saquearon las casas sin que les quedase a los vecinos más acomodados de este pueblo un pedazo de pan que llevar a la boca en más de ocho días por haber quedado presa de los franceses y metido entre dos fuegos porque nuestros Exércitos tenían sus Baterías de la parte allá del Río y los franceses en estas alturas a la pte. del Oriente.
En fin, Señor, si la Villa de San Muñoz hubiera de referir circunstancialmente los males que ha padecido constantemente por conservar su fidelidad a la Sagrada Persona de V.M. y no querer jamás ser perjura, reconociendo la Dominación del intruso, se vería precisada a escribir un largo volumen; lo que omite, porque está bien persuadida, de que a la alta penetración de V.M. no se le oculta toda la extensión de las calamidades que ha sufrido por conservar su sincero amor y fidelidad a su legítimo Rey, por cuya Sagrada Vida y Derechos está pronta a sacrificar en quantas ocasiones se presenten, las vidas y haciendas de todos sus hijos. San Muñoz, 11 de Noviembre de 1814
Firmado: D. Joaquín Marcos del Corral.
(Libro de Difuntos nº 2, 1738-1863. San Muñoz (Salamanca))
¿Quién podrá numerar las vejaciones, saqueos espantosos, contribuciones sin medida, que ha padecido esta vuestra leal y amante villa?
¿Cómo descubrir la profanación de su Templo convertido muchas veces por los impíos soldados de Bonaparte en quadra de caballos, quemadas las santas imágenes, los Altares, arrebatados los sagrados vasos, y hornamentos, y lo que no puede pronunciarse sin espanto, hollado sacrílegamente la Sagrada Eucaristía?
En 1809 por Orden del General Marqués de la Romana se fabricó en la Villa un gran número de relanzas, chuzos, con los que los vecinos acometieron a los Enemigos, en cuya refriega hizo prisionero a un Dragón y fue presentado en la Plaza de Ciudad Rodrigo, y animados estos fieles vasallos del suceso, continuaron en sus correrías, hasta que fueron sorprendidos de las fuerzas superiores que mandaban el General Lopis, cuya División que ascendía a 6.000 hombres robó cuanto encontró en la Villa.
En el mismo año otra División francesa al mando del General Mochile saqueó los almacenes que habían hecho en esta Villa por orden del Duque del Parque, robando enseguida en todas las casas y dando muerte a Domingo Crespo de esta vecindad, sin más delito que salir huyendo de una casa, por no ser testigo de los horrendos crímenes y atentados violentos que estaban cometiendo cuatro soldados franceses, con una pobre y honrada viuda de la que abusaron torpemente como hicieron con otras muchas de todos estados y condiciones.
En todos los años siguientes han estado incesantemente oprimidos estos habitantes con guarniciones permanentes y con el continuo tránsito de Tropas Enemigas, las que igualmente con sus jefes han cometido con los Alcaldes, con los Párrocos, y con todos los vecinos, violencias que no son imaginables, azotando en algunas ocasiones a los que llevaban la vara de la Justicia, porque no satisfacían prontamente sus tiránicas órdenes, o porque los sospechaban en comunicación secreta con los Jefes de nuestras tropas, por cuyas sospechas, y por satisfacer el odio que tenían a todos los habitantes de este Pueblo, han atropellado cruelmente todos los respetos, de la humanidad y del decoro, pero sin exageración, el día más aciago para estos habitantes lo fue, sin duda, el 17 de Noviembre de 1812, en que habiendo resuelto el Lord Wellington, General en Jefe de los Exércitos Aliados, sostener en este punto la retirada que venía haciendo desde Burgos, cayeron aquel día sobre este desgraciado suelo más de 130.000 Infantes con más de 20.000 caballos que arrasaron toda la Campaña, devoraron los ganados, arruinaron y saquearon las casas sin que les quedase a los vecinos más acomodados de este pueblo un pedazo de pan que llevar a la boca en más de ocho días por haber quedado presa de los franceses y metido entre dos fuegos porque nuestros Exércitos tenían sus Baterías de la parte allá del Río y los franceses en estas alturas a la pte. del Oriente.
En fin, Señor, si la Villa de San Muñoz hubiera de referir circunstancialmente los males que ha padecido constantemente por conservar su fidelidad a la Sagrada Persona de V.M. y no querer jamás ser perjura, reconociendo la Dominación del intruso, se vería precisada a escribir un largo volumen; lo que omite, porque está bien persuadida, de que a la alta penetración de V.M. no se le oculta toda la extensión de las calamidades que ha sufrido por conservar su sincero amor y fidelidad a su legítimo Rey, por cuya Sagrada Vida y Derechos está pronta a sacrificar en quantas ocasiones se presenten, las vidas y haciendas de todos sus hijos. San Muñoz, 11 de Noviembre de 1814
Firmado: D. Joaquín Marcos del Corral.
(Libro de Difuntos nº 2, 1738-1863. San Muñoz (Salamanca))
Etiquetas: Franceses, Guerra de la Independencia, Libros Parroquiales, San Muñoz, Tropas napoleónicas
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home