El Noroeste salmantino, suroeste zamorano y Portugal
Desde Zamora capital, el Duero transcurre hasta dominios portugueses y traza, a lo largo de más de cien 100 kilómetros, una de las fronteras más antiguas de Europa; a su paso entre cañones de granito en profundas gargantas y fallas, fallarones de rocas y peñas sobrevoladas por cigüeñas negras en uno de sus escasos reductos, y donde las águilas, buitres leonados, halcones y grandes rapaces anidan.
Aquí están las grandes presas, embalses y centrales del Duero y del Tormes, los que acabaron con las anguilas, las lampreas, y cambiaron el equilibrio ecológico para siempre. Producto de expropiaciones forzosas, hectáreas de tierras por las que se abonaron dos reales, e incluso menos dinero, a los humildes campesinos, por la tremenda, para que grandes empresas eléctricas se forraran y dejaran multitud de mega-torretas, con sus cables de alta tensión como "plantadas" en el campo.
Por este espacio comarcal llamado los Arribes, a pesar de todo, Parque Natural y declarado "zona deprimida" por la Unión Europea, corre el río Duero y sus más pequeños afluentes hasta fundirse con el Tormes y transforma el áspero paisaje castellano-leonés en una estampa de almendros, olivos, naranjos, limoneros, otros cítricos, vides, chumberas y cactus escalonados en terrazas, en las bruscas pendientes de las laderas, que verdean al resguardo de un clima más benigno que el de la Meseta, un microclima mediterráneo a pocos kilómetros del Océano Atlántico, con numerosos endemismos botánicos.
Esta comarca (salmantino-zamorana-portuguesa) aún no ha sucumbido a la ofensiva del ladrillo, y la gentita que permanece en ella aún la trabaja con valerosa obstinación. Aquí no han llegado los inmigrantes, no hay turistas, ni viajeros, y los oriundos han (hemos) huido.
Aún triscan las cabras en los pastos escarpados, porque están subvencionadas por la Unión Europea, y las ovejas y las vacas rumian y mordisquean en las dehesas entre encinas, robles, alcornoques, fresnos, matorrales y monte bajo. Aún pacen junto a algún huerto los burros fuertes zamoranos. El Duero hace su gran falla o zanja entre Salamanca, Zamora y Portugal,. y en la parte portuguesa está la región de Trás-os-Montes y aquí al río es llamado "Duero - Douro Internacional". Tanto este lado salmantino-zamorano como el portugués tiene las más bajas densidades de población de Europa. Y de pobreza. Durante siglos tuvo además: ignorancia, retraso, incultura, miseria, analfabetismo, y luego decíamos de Las Hurdes...
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Los más de siete siglos de dominio musulmán en gran parte de la península Ibérica y la llegada de colectivos judíos en una época anterior han dejado una profunda huella en la composición genética de la población española. Según una investigación presentada el día 4 de Diciembre de 2008 en la revista American Journal of Human Genetics, el 11% de la herencia genética de los españoles es de origen norteafricano, un 20% es judío sefardí y el 69% restante es ibérico autóctono.
La presencia norteafricana es intensa en Galicia y en el Noroeste de Castilla.
Aquí están las grandes presas, embalses y centrales del Duero y del Tormes, los que acabaron con las anguilas, las lampreas, y cambiaron el equilibrio ecológico para siempre. Producto de expropiaciones forzosas, hectáreas de tierras por las que se abonaron dos reales, e incluso menos dinero, a los humildes campesinos, por la tremenda, para que grandes empresas eléctricas se forraran y dejaran multitud de mega-torretas, con sus cables de alta tensión como "plantadas" en el campo.
Por este espacio comarcal llamado los Arribes, a pesar de todo, Parque Natural y declarado "zona deprimida" por la Unión Europea, corre el río Duero y sus más pequeños afluentes hasta fundirse con el Tormes y transforma el áspero paisaje castellano-leonés en una estampa de almendros, olivos, naranjos, limoneros, otros cítricos, vides, chumberas y cactus escalonados en terrazas, en las bruscas pendientes de las laderas, que verdean al resguardo de un clima más benigno que el de la Meseta, un microclima mediterráneo a pocos kilómetros del Océano Atlántico, con numerosos endemismos botánicos.
Esta comarca (salmantino-zamorana-portuguesa) aún no ha sucumbido a la ofensiva del ladrillo, y la gentita que permanece en ella aún la trabaja con valerosa obstinación. Aquí no han llegado los inmigrantes, no hay turistas, ni viajeros, y los oriundos han (hemos) huido.
Aún triscan las cabras en los pastos escarpados, porque están subvencionadas por la Unión Europea, y las ovejas y las vacas rumian y mordisquean en las dehesas entre encinas, robles, alcornoques, fresnos, matorrales y monte bajo. Aún pacen junto a algún huerto los burros fuertes zamoranos. El Duero hace su gran falla o zanja entre Salamanca, Zamora y Portugal,. y en la parte portuguesa está la región de Trás-os-Montes y aquí al río es llamado "Duero - Douro Internacional". Tanto este lado salmantino-zamorano como el portugués tiene las más bajas densidades de población de Europa. Y de pobreza. Durante siglos tuvo además: ignorancia, retraso, incultura, miseria, analfabetismo, y luego decíamos de Las Hurdes...
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Los más de siete siglos de dominio musulmán en gran parte de la península Ibérica y la llegada de colectivos judíos en una época anterior han dejado una profunda huella en la composición genética de la población española. Según una investigación presentada el día 4 de Diciembre de 2008 en la revista American Journal of Human Genetics, el 11% de la herencia genética de los españoles es de origen norteafricano, un 20% es judío sefardí y el 69% restante es ibérico autóctono.
La presencia norteafricana es intensa en Galicia y en el Noroeste de Castilla.
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